Así manipula y utiliza la izquierda neomarxista a los homosexuales: un experto lo explica

El politólogo Nicolás Márquez ha recalcado que el nuevo movimiento político de izquierda o «neomarxismo», al quedarse sin clientes y sin el obrero para hacer una revolución, necesitaba «nuevos agentes de conflicto como caldo de cultivo para su causa».

Tras una exitosa gira sudamericana que ha servido para desenmascarar la ideología de género, el politólogo y escritor, Nicolás Márquez, ha asegurado que esta ideología no solo se desarrolla dentro del feminismo radical, sino que es acompañada a la par por una “corriente militante homosexual”.
“Las corrientes militantes homosexuales son parte integrante de los movimientos de la ideología de género. Por algo ellos se llaman movimientos LGTBI, es decir, hay una ramificación de diferentes grupos que se unen en las marchas con objetivos que les son comunes”, ha afirmado a ACI Prensa el coautor, junto a Agustín Laje, del bestseller de Amazon El Libro Negro de la Nueva Izquierda.
Asimismo, ha agregado que estos movimientos “padecieron la misma metamorfosis” que el feminismo hasta ser absorbidos por la ideología de género, pero a diferencia de este solo “tuvo dos etapas” diferenciadas.
“Una es integracionista, es decir, de tratar de integrarse a la vida civil-política. Por ejemplo, durante la dictadura de Perón, en Argentina, los homosexuales no podían votar lo cual era una injusticia. Por lo tanto, reclamar por derechos legítimos es un acto con el que no se puede estar en desacuerdo”, ha asegurado.
Por otro lado, Márquez ha indicado que la segunda etapa deja de ser de integración y “se vuelve una etapa de imposición, de pretensión, de equiparación con derechos que no les corresponden por la conducta a la cual ellos están orientados”, por ejemplo, el mal llamado matrimonio homosexual.
En el interior del llamado lobby gay existe “gente de mala o de buenas intenciones”, pero siempre “dirigidos por hábiles titiriteros”
Márquez ha destacado que en el interior del llamado lobby gay existe “gente de mala o de buenas intenciones”, pero que estos siempre están “teledirigidos por hábiles titiriteros que los llevan a las marchas y les inducen a una ideología”.
El politólogo ha recalcado que el nuevo movimiento político de izquierda o “neomarxismo”, al quedarse sin clientes y sin el obrero para hacer una revolución, necesitaba “nuevos agentes de conflicto, gente insatisfecha consigo misma, desorientada, como caldo de cultivo para su causa”.
“El individuo homosexual es alguien al que hay que ayudar y tratar de comprender como primera medida. Porque no debe ser fácil ser homosexual, tener una tendencia contraria a nuestro cuerpo, a nuestro diseño y a los fines naturales del hombre. Merecen un trato tan digno como al heterosexual”, ha señalado.
Márquez ha dicho que aquel conflicto interno de la persona homosexual, de estar “inconforme al diseño antropológico, psicológico o biológico” con el que se nace, genera “inseguridad, depresión o angustia”, que es muy bien aprovechada por el sector político de la izquierda.
“¿Qué hace la izquierda? Les dice que no tienen ningún desorden, y además, les dice que todo el malestar que padecen es culpa de una Iglesia que les ha pretendido moldear”
“¿Qué hace la izquierda? Les dice que no tienen ningún problema ni ningún desorden de ningún tipo, y además, les dice que todo el malestar que padecen es culpa de una Iglesia que les ha pretendido moldear, de un sistema que los pretende como un ser reproductivo y que existe todo un aparato que los busca patologizar y culpabilizar”, ha aseverado.
“Con este discurso, la izquierda logra aliviarles de su conflicto interior y, además, toda su catarsis la proyecta en un enemigo exterior inventado, fabricado, al cual volcarle toda su furia”.
El escritor ha acotado que “institucionalmente en la vida de la comunidad política, una mujer o un homosexual, pueden llevar adelante su plan de vida” sin problemas.
“Eso solamente sucede en la civilización occidental y cristiana. No pueden llevar adelante su plan de vida ni es un sistema comunista, obviamente porque la mujer tiene un papel relegado y el homosexual es encarcelado en brutales campos de concentración, trabajo o exterminio, y muchísimo menos en las teocracias vigentes en Medio Oriente. Entonces se da la paradoja de que en estos ambientes conflictivos abominan el sistema que a ellos les da una plenitud de vida como ningún otro sistema vigente o conocido”, ha sentenciado Márquez.
Márquez señala la contradicción de “poder atentar contra una iglesia pero no contra una mezquita o una sede del partido comunista”
Por tal motivo, el autor ha señalado la contradicción de “poder atentar contra una iglesia pero no contra una mezquita o una sede del partido comunista”.
“Al contrario, el partido comunista los acompaña con banderas de la hoz y el martillo o del Che Guevara en estas peregrinaciones bulliciosas para atentar contra el sistema que les da más libertad”, ha concluido.
*Este artículo ha sido publicado originalmente por Diego López en Aci Prensa.

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