Descripción
A continuación les compartimos parte de la introducción del libro El Libertador Sin Patria de Luis Reed Torres que fue presentado el pasado fin de semana en el Club de Periodistas de México.
El libro que el amable lector tiene hoy entre sus manos no constituye ni pretende ser una biografía más de Agustín de Iturbide. Al menos no en la manera en que esto se entiende, es decir el repaso más o menos detallado de la vida de alguien. De hecho existen de mucho tiempo atrás documentados relatos que abordan de lleno el tránsito terrenal de este singular personaje nacido en la antigua Valladolid (hoy Morelia) el 27 de septiembre de 1783. Entre éstos destacan, sólo por mencionar algunos, los realizados por José Joaquín Pesado, Ezequiel A. Chávez, Alberto de Mestas, William Spence Robertson, Alfonso Trueba, Mario Mena, Andrés Barquín y Ruiz y Jaime del Arenal Fenochio.
En otras palabras, se ratifica aquí lo que no pocas veces otras voces han sostenido: Agustín de Iturbide no es héroe de secta o de facción, sino figura nacional que merece, sin la menor duda, el reconocimiento sincero y actual del pueblo mexicano a su obra ingente, tanto más cuanto que tras su abdicación, exilio y muerte el país se precipitó por un despeñadero de tensiones y contiendas fratricidas que anularon su proyectada grandeza.
El lector atestiguará en este libro la general e incontrovertible popularidad de Iturbide, debida a su rápido y competente manejo de la situación política que encaró en 1821 y que derivó en la independencia de México, y asistirá a la entusiasta y vibrante remembranza con la que el Libertador fue evocado a lo largo de todo un siglo, para finalizar con el brutal atentado cometido en perjuicio de la verdad histórica que borró a don Agustín de la memoria de los mexicanos. De hecho, a Iturbide se le asesinó dos veces: una, física, el 19 de julio de 1824, en Padilla, Tamaulipas; otra, cívica –y sin duda más proditoria que la anterior–, el 07 de octubre de 1921, en la Cámara de Diputados.
Obvio es decir que si este esfuerzo de investigación contribuye a rectificar y/o ratificar criterios y a restaurar la verdad histórica, tan flagrantemente violentada y atropellada en este país, así como a reparar una asombrosa y perdurable injusticia que se ha extendido ya durante casi un siglo y cuya principal víctima ha sido el propio pueblo mexicano, habrá cumplido su propósito.
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