Descripción
Religión y guerra, fe y combate, conceptos que parecen contraponerse unos de otros y que, sin embargo, cuando se profundiza en ellos guardan tantas semejanzas resulta imposible pensar en uno sin el otro. Existe una conexión entre la religión y la guerra. “No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada. Porque he venido a poner conflicto”, se lee en las Santas escrituras.
Cuando Occidente comenzó a industrializarse a finales del siglo XIX y principios del XX, ocurrió una desestabilización en los intereses de todos los países. Se le dio más importancia al dinero, a los productos de fábricas y a las mercancías (lo mundano) para dejar de lado cosas fundamentales como la fe, la religión y la Tradición (lo metafísico) y así, poco a poco, se fueron mermando las naciones al grado de dejar de lado esto último y nada más dejar al hombre inmiscuido en una maquinaria para generar capital y morir con las manos vacías, y qué decir del espíritu, tan desolado y tan decrépito.
El presente ensayo se aborda una cuestión especial de dos movimientos surgidos casi a la par en los últimos años de la década de los 20´s del siglo pasado cuya única diferencia es que ocurrieron a varios miles de kilómetros de distancia: uno la Cristiada, producto de una cruenta persecución, ocurrida en México y la otra La Guardia de Hierro, movimiento más allegado a la política, surgido en Rumania.
Este libro profundiza en las entrañas de estos dos movimientos que se opusieron al “progreso” y a la “modernidad” y que se anticiparon en ver qué se ocultaba detrás de ello; de esas promesas tan burdas e innecesarias que prometían las grandes ciudades industrializadas, y nos muestra el aspecto metafísico que encarnaron la Cristiada y la Guardia de Hierro a su manera y dentro de sus posibilidades; de esta lucha por el espíritu y la fe en Dios contra la inmundicia del hombre y su deseo de posesiones y poder.
Aquí figuran también, dos figuras de gran valor humano y líderes, que decidieron tomar su cruz y cargarla por éste valle de lágrimas y morir por sus ideales y en lo que creían correcto: Enrique Gorostieta y Corneliu Zelea Codreanu. Hombres que, sin duda, no llegaron a conocerse y que, sin embargo, lucharon por la misma causa: salvaguardar la fe de su pueblo.
El ensayo, que usted, afable lector, tiene en sus manos, no se trata de una apología a Gorostieta ni a Codreanu, es una apología a la acción, a la valentía, a la Tradición y a la fe.
ISRAEL MERCADO PADILLA
Sólo la fe en su inmortalidad permite al hombre
Comprender la razón de su presencia en el mundo
Fiódor Dostoievski/Diario de un escritor