Descripción
Jesús, Vos sois mi Hermano. Y al daros ese nombre me estremezco de emoción. Sois inaccesiblemente excelso y santo, mi espíritu siente vértigo sobre el abismo de vuestro misterio, y sin embargo Vos solo, sólo Vos me dáis la paz profundamente interior, exuberante. Estáis por encima de mis palabras, y sois el Pan cotidiano. Me es imposible concebir esto. Permanezco inmóvil y no veo más que una Luz encegadora. Y esta es redonda como una Hostia. Vos dais vuestro Cuerpo y vuestra Sangre y yo no puedo daros nada. Jesús, no tengo nada, soy un pobre ser humano que siente un hambre inmensa de Vos. He aquí mi alma: la deposito en la palma de Vuestra mano. Está sucia y llena de lodo; mas ¿no es preciosa y de sumo valor? ¿no deja sentir su peso en Vuestra mano? Ya que también por ella, oh Hijo de Dios, quisisteis someteros a la Pasión, pagando así su rescate ante nuestro Padre. Ahora, sobre el fondo del cielo, veo la gran silueta de la Cruz de la que pende clavado el sangriento trofeo de Vuestro Cuerpo torturado, y la Sangre se derrama sobre mí.
Este libro sobrevuela los dogmas sin cercenamientos ideológicos. El autor no deja nada por decir. Lo mismo se detiene en el Misterio de la Creación y la Redención o en la acción de los ángeles, que en la realidad opresora del pecado y en la causa del mismo, el demonio.
Hugo Wast no sufrió del modernismo que empieza por negar al diablo como realidad personal y termina por impugnar la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo.
Si bien no hace del Maligno su tema central, no deja de señalar las penas del infierno para los impíos que mueren sin arrepentimiento.
En esta obrita Hugo Wast construye una sobrecogedora biografía de un nasciturus, de un niñito que narra en primera persona su corta vida desde el seno de su madre, hasta que finalmente es abortado por los consejos de un médico amoral y luciferino. Un niño que hubiera sido sacerdote (como le contó su ángel de la guarda) y que hubiera dado una enorme gloria a Dios, pero que observa aterrorizado cómo finalmente su madre cede y consiente su muerte.
El aborto es un pecado mortal, uno de los más graves que se pueden cometer porque es de inspiración satánica: nada complace más al príncipe de las tinieblas que le ofrezcan las vidas de los más débiles, como antaño hacían los cananeos, que sacrificaban a sus propios hijos en el ardiente horno de bronce del dios Moloch, o los espartanos, cartagineses, fenicios o sirios. Satanás se complace en dañar a los hombres: ya que no puede tocar al Todopoderoso, su amargura se ceba con su criatura más odiada, los seres humanos, creados a imagen y semejanza del Señor.
En esta obrita Hugo Wast construye una sobrecogedora biografía de un nasciturus, de un niñito que narra en primera persona su corta vida desde el seno de su madre, hasta que finalmente es abortado por los consejos de un médico amoral y luciferino. Un niño que hubiera sido sacerdote (como le contó su ángel de la guarda) y que hubiera dado una enorme gloria a Dios, pero que observa aterrorizado cómo finalmente su madre cede y consiente su muerte.
El aborto es un pecado mortal, uno de los más graves que se pueden cometer porque es de inspiración satánica: nada complace más al príncipe de las tinieblas que le ofrezcan las vidas de los más débiles, como antaño hacían los cananeos, que sacrificaban a sus propios hijos en el ardiente horno de bronce del dios Moloch, o los espartanos, cartagineses, fenicios o sirios. Satanás se complace en dañar a los hombres: ya que no puede tocar al Todopoderoso, su amargura se ceba con su criatura más odiada, los seres humanos, creados a imagen y semejanza del Señor.
Fué fiel a Dios, a su Patria y a su conciencia, esa armonía estuvo ligada a través de sesenta años de actuación, a una línea de conducta, así como creía, así pensaba y obraba. Vivía como sentía, sentía como escribía y escribía como obraba.
Sorteando los halagos del mundo al que conquistó, pero al cual no hizo concesiones. y venciendo los asaltos del espíritu maligno, se dirigió serenamente hacia la cumbre. Su vocación de escritor fue simple y constante como su vida. Con su vocación nació y con ella moriría.