Descripción
En 1938 los preparativos para la guerra estaban en marcha y muchos agentes trabajaban sigilosamente en los distintos países para que se produjera su estallido. Entre ellos, por citar algunos nombres, estaban Lord Halifax, Lord Vansittart, Duff Cooper, Leo Amery, Paul Reynaud, Georges Mandel, William Bullitt y otros sobre los que habrá ocasión de escribir más adelante. En cuanto a los organismos y grupos de presión favorables a la guerra controlados por el poder en la sombra, sobresalen, por su puesto, el sionismo, principal interesado; la masonería internacional, instrumento habitual; y el «Brain Trust» judío del presidente Roosevelt. En el fondo todos venían a ser los mismos perros con diferentes collares. También los laboristas ingleses, el Partido Comunista de Francia y la mayoría de los socialistas franceses servían intereses ocultos. Hemos visto cómo Negrín, Álvarez del Vayo y compañía, bien relacionados con el comunismo y la masonería, basaban en España toda su estrategia de resistencia en el convencimiento de que la guerra en Europa era sólo cuestión de tiempo. Así, pues, distintas fuerzas trabajaban para la guerra en el seno de los países europeos y conformaban un partido belicista transnacional que servía intereses ajenos a los de sus naciones.