Socialismo Fascista (La integración fascista de la propiedad en el Estado corporativo y en la comunidad popular Nacional Socialista)

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Descripción

Entre el oxímoron que caracterizan el aspecto sintético-nominalista de las revoluciones nacionales del siglo XX (nacionalismo y socialismo, revolución y conservación, etc.), el binomio constituido por comunismo y jerarquía, que utilizamos para el presente trabajo, no sólo pertenece al ámbito simbólico expresivo de esos movimientos políticos, sino representan un entramado de valores ideológicos muy precisos, con referencias puntuales a la doctrina política, y referencias claramente identificables al modelo de sociedad deseado.

La fe en una futura «sociedad de héroes» que desafiaría el ideal de la redención social y la comunidad de valores, hizo de Sorel el proponente de un «socialismo selectivo» sin castas, pero jerárquico, por lo tanto, abierto a la libre afirmación de la calidad humana que emerge del trabajo comunitario.

Es entonces, este que este «amante de lo sublime” llegara a admirar el naciente fascismo italiano, en el que precisamente trazó las formas de su socialismo anti-igualitario, nos da cuenta de cómo se entendían los términos políticos: socialismo como comunidad entre similares, hermanos en vivir juntos un solo destino; la aristocracia como una oportunidad garantizada de emerger hacia lo mejor.

Una simple indagación semántico-ideológica, además de que examinara los términos comunismo y jerarquía desde el lado etimológico, no podría dejar de detectar significados más internos a los que transmite el uso moderno de esta terminologia. Por ejemplo, el griego tardío hieràrkhes significa «jefe de las funciones sagradas», mientras que el latino communis significa «que se somete a la autoridad»: se deriva que el comunismo jerárquico tiende, directamente, en el sentido más alto, a una comunidad humana igualmente sujeta a un poder de tipo sacro o mítico, como habría dicho Sorel. El discurso nos llevaría lejos. Aquí nos bastará recordar que Ugo Spirito utilizó varias veces el término comunismo jerárquico para resumir su propio discurso ideológico, y precisamente de acuerdo con esas acepciones primarias que hemos mencionado.

Una de las primeras formulaciones de Spirito sobre el comunismo jerárquico -que identificó con el corporativismo- se remonta a 1935, en el informe Corporativismo y Libertad presentado en la Conferencia Ítalo-francesa sobre Estudios Corporativos celebrada en Roma en mayo de ese año. En él, el filósofo de Arezzo esbozaba el tipo de colaboración jerárquica, que ponía en la base de la nueva sociedad de la siguiente manera: Para vencer al capitalismo es necesario vencerlo técnica y espiritualmente, no con la violencia de los números, sino con la superioridad técnica de un totalitario en el que los valores humanos difieren al máximo. El corporativismo cree en la posibilidad de unificar moral y técnicamente la vida social, cree en la alegría de dar y de sacrificarse, está en contra de todo fin privado de la vida, y precisamente por eso no es la economía, sino la política, la moral, la religión, la esencia única de la Revolución Fascista. Lo cual se refiere, en la misma asonancia terminológica, al equivalente alemán de organizaciones como la Nacional Socialista: Kraft durch Freude (Fuerza por la Alegria)

Información adicional

Peso 425 g
Pasta

Blanda

Paginas

195

Autor

Sonia Michelacci