Los judíos sobre sí mismos

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Descripción

La obra contiene algo que es un secreto y que solo los nacionalsocialistas y judíos saben, y es el programa de dominio mundial judío.

INTRODUCCIÓN 

Casi repentinamente, el mundo en general y todos los países en particular, han sido empujados a un infierno. La Humanidad está oprimida con guerras, crisis agudas, olas de desempleados, miedo y angustia, de presiones sin precedentes, etc. La moral está cambiada y prostituida, la fé religiosa y nacional está siendo atacada, la civilización está amenazada. ¿De dónde vienen tales diablos? ¿Son ingleses? ¿Franceses? ¿Italianos? ¿Americanos? ¿Polacos? ¿Árabes? ¿Esquimales? ¡NO! Pero son gente que se defiende, que alardean de ello, qué explican la razón de esto, con qué intención y con qué provecho. Dicen de dónde vienen tales diablos, a dónde van. Sólo tiene que leer dentro. GUARDE ESTE DOCUMENTO. Léalo, vuélvalo a leer, medite sobre ello. Le dará la llave del misterio. Le explicará claramente qué es lo que está ocurriendo en el mundo, le esclarecerá los grandes acontecimientos que están pasando y pasarán mañana. Verá claramente la interesada propaganda que se ha puesto delante de sus ojos. Y al estar avisado del peligro, será capaz de protegerse contra él.

EL PLAN DE DOMINACIÓN JUDIA 

En la eminente revista parisina «El Contemporáneo» del 1 de julio de 1880, se publicó un artículo bajo el título de «Un informe de Sir John Readcliffe sobre los últimos acontecimientos de estos últimos 10 días». El artículo contiene un documento sobre una lectura dada por Rabbi Reichorn en una reunión secreta en el Círculo de líderes judíos, en Praga 1869, sobre la tumba del gran rabbi SimeónbenJehuda. El mismo documento ha sido publicado por Kalixt de Vodsky en su libro «La Rusa judía» en el londinense Britons, también por la «Vieille France» de París y numerosos autores y periódicos. Desde luego, como era de esperar, los judíos han negado la autenticidad de este documento. El Congreso Judío canadiense en un panfleto publicó que Reichorn (que habló en 1869) nunca asistió y su nombre no aparece en el viejo cementerio de Praga… ¡cerrado en 1787! Y, como una opinión sobre la falsificación del documento, se refieren a la Enciclopedia Judía ¡la cual establece que los escritos de San Pablo son falsos! Pero, como Lord Sydenham, Mr. Jouin, Mk. Benigni, Henry Ford y otros eminentes investigadores de la cuestión judía han dicho de los Protocolos de los Sabios de Sión, nosotros podemos decir que «El fatal discurso de rabbi Reichorn» aquí publicado, se ajusta a los acontecimientos tal como los vemos que ocurren hoy día. La «Vieille France» núm. 214, publica que Readcliffe fue asesinado poco después de la publicación del discurso, y que el judío Lasalle quien se lo hizo saber a él, murió en un duelo. Posteriormente el texto fue editado por «The Britons», 40 Great Ormond St., Londres, Inglaterra, tal como sigue:

«Nuestros padres han delegado a los escogidos líderes de Judá para el deber de encontrarnos, al menos una vez cada siglo, alrededor de la tumba del gran maestro Caleb, el sagrado rabbi Simeón benJehuda, cuyas enseñanzas pasan al elegido de cada generación a través de todo el mundo, y la autoridad sobre todos los descendientes de Judá. Ahora ya, durante 18 siglos, ha perdurado la guerra del pueblo de Judá contra el Poder, el cual se le prometió a Abraham, pero que nos fue arrebatado por la Cruz. Pisoteados y humillados por todos nuestros enemigos, constantemente en temor de morir, en persecución, de ser despojados y de violencia de todas suertes, el pueblo de Judá, sin embargo, no ha sucumbido al malvado. Y si nos hemos dispersado a través de todo el mundo, es porque el mundo entero nos ha de pertenecer. Desde muchos siglos atrás, nuestros líderes han luchado bravamente y con perseverancia, por lo cual no podemos ser derrotados, contra la Cruz. Nuestra gente está ocupando gradualmente los puestos altos, y cada día se incrementa nuestro poder. Nos pertenece este Dios de hoy en día, que Aarón nos dio en el desierto. Este Becerro de Oro, es ahora el Dios Universal de los días presentes. El oro es el más grande poder del mundo, el oro es la fuerza, recompensa y significado de todos los placeres; todo lo que el hombre envidia y teme. Aquí está el gran misterio, el profundo conocimiento del espíritu que rige el mundo. ¡Aquí está el futuro! Desde el momento en que nos hagamos los únicos poseedores del oro del mundo, el verdadero poder pasará a nuestras manos, y entonces se cumplirán las promesas hechas por Abraham. Diez y ocho siglos han pertenecido a nuestros enemigos, pero el presente y los futuros siglos deben pertenecemos, pueblo de Judá y seguramente nos pertenecerán. Este es la décima ocasión, durante los mil años de nuestra incesante y fiera lucha contra nuestros enemigos, qué nos encontramos en el cementerio, alrededor de la tumba del gran maestro Caleb, el sagrado rabbi SimeónbenJehuda, el líder elegido de Judá, en orden de proyectar en nuestro favor los serios pecados y equivocaciones que siempre cometen nuestros enemigos los gentiles. En cada ocasión, el nuevo sanedrín ha proclamado y predicado la lucha sin misericordia contra estos enemigos, pero en ninguno de los siglos precedentes nuestros antecesores habían conseguido concentrar en nuestras manos tanto oro y, en consecuencia, tanto poder como en el siglo XIX que acaba de pasar. Podemos, por lo tanto, vanagloriarnos sin miedo de engañarnos, de que hemos alcanzado nuestro propósito, y podemos mirar con confianza al futuro. Los tiempos de persecución y humillación aquellos oscuros y penosos tiempos que el pueblo de Judá ha soportado con heroica paciencia felizmente han pasado ya para nosotros, gracias al progreso y civilización entre los gentiles. Y este progreso es el mejor escudo tras del cual nos podemos esconder y trabajar en orden de despejar con firme y veloz paso, el espacio que todavía nos separa de nuestra meta final.

Vamos a poner nuestros ojos sobre el estado material de Europa, y a examinar los recursos que los judíos han conseguido desde el principio del siglo presente, únicamente con la concentración en nuestras manos del vasto capital que ahora controlamos en este mismo momento… Así mismo en París, Londres, Viena, Berlín, Amsterdam, Hamburgo, Roma, Nápoles, etc., y entre los Rothschild, en todos los sitios los judíos son los amos de la situación financiera por medio de la posesión de muchos miles de millones. Esto sin contar con que en cada localidad de segunda y tercera importancia, están aquellos que ponen fondos en circulación, y que en todas partes, sin los hijos de Judá, sin su directa influencia, ninguna transacción financiera, ningún trabajo importante, puede ser llevado a cabo. Hoy día, todos los emperadores, reyes y príncipes regentes están oprimidos por las deudas, apretados por el mantenimiento de vastos y permanentes ejércitos para sostener sus andrajosos tronos. El mercado del dinero regula estas deudas, y nosotros somos los amos del mercado del dinero en todas partes. Debemos estudiar, sin embargo, cómo alentar estos préstamos más y más, por lo tanto, podemos hacernos los únicos consoladores de todos los mercados, y empuñar lo más pronto posible, como seguridad para el capital que hemos proporcionado a estos países, la explotación de sus trenes, sus minas, sus bosques, sus factorías y fundaciones, y, entre otras cosas, el control de los impuestos. La agricultura será siempre la gran fuente de salud. En todos los países, la posesión de grandes propiedades lleva consigo el honor e influencia para sus propietarios. Por consiguiente, nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a hacer de los judíos grandes magnates territoriales, debemos también, por lo tanto, acelerar la ruina de estas grandes propiedades para hacernos más rápida y segura su adquisición. Bajo la pretensión de ayudar a las clases trabajadoras, debemos poner los impuestos en los grandes propietarios y cuando sus propiedades caigan en nuestras manos, todo el trabajo de los obreros y proletarios se convertirá en fuente de inmensas ganancias para nosotros. «Pobreza es esclavitud», como dijo el poeta. El proletariado es el más humilde servidor de la especulación, pero opresión e influencia son los más humildes sirvientes de la mente que inspira e incita al astuto. ¿Quién, entonces negará a los hijos de Judá, inteligencia, prudencia y astucia? Nuestro pueblo es ambicioso, orgulloso y anhelante de placeres. Donde hay luz hay también sombra. Y no es sin razón que nuestro dios ha dado a su pueblo escogido la vitalidad de las serpientes, la astucia del zorro, la visión del halcón, la memoria del perro, la solidaridad y unidad, instinto del castor. Hemos gemido en la esclavitud de Babilonia, y nos hemos convertido en poderosos. Nuestros templos han sido destruidos, y hemos construido miles de templos en su lugar. Durante 18 siglos fuimos esclavos, y en el siglo presente nos hemos levantado por encima de todos los otros pueblos. Se ha dicho que muchos de nuestros hermanos de Judá han sido convertidos y bautizados cristianos ¿por qué? Los bautizados nos pueden ser muy útiles, pueden convertirse en nuestros auxiliares para marchar hacia nuevos horizontes que todavía son desconocidos para nosotros, porque esos conversos todavía son de los nuestros, y a pesar del bautismo de sus cuerpos, sus espíritus y almas siempre permanecerán fieles a Judá.

En el espacio de un siglo no serán los hijos de Judá quienes deseen ser cristianos, que serán ellos los que se consagrarán a nuestra fe. Pero entonces Judá los rechazará con desprecio. Siendo la Iglesia cristiana uno de nuestros más peligrosos enemigos, debemos trabajar con perseverancia para debilitar su influencia, debemos injertar tanto como sea posible en la inteligencia de aquellos que profesan la religión cristiana, ideas de libre pensamiento, de duda, de cisma, y provocar disputas religiosas, natural semillero de divisiones entre las sectas del cristianismo. Naturalmente debemos comenzar por desacreditar a los ministros de esta religión, vamos a declararles la guerra abierta, sugerir suspicacias sobre su devoción y vida privada. Y por medio del ridículo y la burla conseguiremos los mejores resultados.

El natural enemigo de la Iglesia es la luz que proviene de la instrucción y es el resultado inevitable de la multiplicación de las escuelas. Vamos a conseguir la influencia sobre los jóvenes pupilos, la idea de progreso lleva consigo la igualdad de todas las religiones, lo cual lleva a la supresión del curso de lecciones de cristianismo. Los judíos, con la sutileza y el estudio, obtendrán sin dificultades puestos y posiciones como profesores en las escuelas cristiana. Por este motivo, la educación religiosa será dejada al círculo familiar, y como en la mayoría de las familias no hay tiempo para vigilar esta rama de la instrucción, el espíritu religioso se debilitará poco a poco y desaparecerá completamente.

Cada guerra, cada revolución, cada sacudida política o religiosa, comí) las que ya han ocurrido en el mundo cristiano, nos llevan cada vez más cerca al momento en que conseguiremos la meta por la cual luchamos. El comercio y la especulación, dos factores fructíferos en ganancias inmensas, nunca deben estar fuera de las manos de los judíos. Y primero de todo, debemos hacer un monopolio del alcohol, mantequilla, pan y vino, con esto nos haremos amos absolutos de la agricultura y de la completa posición económica rural, seremos los distribuidores del cereal; pero si hubiera una cierta cantidad de descontentos, nacida de la miseria del proletariado, será fácil echar la responsabilidad sobre el gobierno. Todas las oficinas públicas deben estar abiertas a los judíos, y una vez instalado? debemos saber cómo penetrar derechos a la principal cabeza de influencia y poder, esto por medio de la servilidad y astucia de nuestras adulaciones. Ha de ser comprendido que todo esto nos destina a posiciones de honor, poder y privilegio; en cuanto a lo que se refiere a aquellos oficios que requieran conocimientos, trabajo y problemas, deben ser dejados a los gentiles. La magistratura es para nosotros una institución de primera importancia, el oficio de abogado, más que ningún otro, desarrolla la facultad de civilización y es un estorbo para nuestro natural enemigo, el gentil; y es por medio de esto por lo que seremos capaces de tenerlos bajo nuestro arbitrio. ¿Por qué no deberían los judíos ser ministros de instrucción pública cuando tan frecuentemente han hecho el oficio de la Administración? También debemos aspirar al rango de legislador, así podríamos trabajar para destruir las leyes hechas por los gentiles contra los hijos de Judá, que son, por su constante obediencia los fieles a las leyes de Abraham.

Por lo demás, nuestros planes están en el punto del éxito completo, porque en casi todas partes el progreso nos ha reconocido los mismos derechos de ciudadanía que a los gentiles. pto lo que es importante obtener y debe ser el objeto de nuestro esfuerzo, es una ley menos severa sobre las quiebras bancadas; haremos de ello una mina de oro mucho más rica que las antiguas minas de California. Nuestro pueblo debe dirigir su ambición hacia los altos grados del poder, de los cuales fluyen honores y preferencias. La vía más efectiva para conseguirlos es tener una mano firme en asociaciones industriales, finanzas y comercio. Debemos guardarnos siempre de caer en una trampa que nos pudiera exponer a un proceso legal; debemos trabajar en esa clase de especulación, con esa providencia y tacto que marca nuestra aptitud especial para los negocios. No debemos estar fuera de ninguna ocasión en la que pueda obtenerse una posición o distinción en sociedad, filosofía, medicina, leyes, música, economía política, en una palabra, todas las ramas de la ciencia, arte y literatura son un vasto campo donde el éxito puede hacernos grandes y desplegar nuestras aptitudes; estas vocaciones son inseparables de la especulación. Cualquier composición musical, no importa que sea muy mediocre, nos dará una excusa plausible para poner un pedestal rodeado de un halo cuando el autor sea judío, así como las ciencias, medicina y filosofía que deben formar parte de nuestro dominio intelectual. Un doctor está infiltrado en los más íntimos secretos familiares y asimismo tiene en sus manos la vida y la salud de nuestros mortales enemigos, los gentiles.

Debemos alentar los matrimonios entre judíos y gentiles, porque el pueblo de Judá no puede sino ganar con estos contactos, sin ningún peligro. La introducción de unas pequeñas gotas de sangre impura en nuestra raza escogida por dios, no significa su corrupción y nuestros hijos e hijas, con estos matrimonios conseguirán alianzas con familias gentiles en posesión de promociones y poderes. A cambio del dinero que daremos, deberemos obtener sobre los que nos rodean el equivalente en influencias, este parentesco con los gentiles no lleva consigo ninguna desviación de la línea que nos hemos trazado.. Al contrario, con diplomacia, nos hará de alguna manera los dueños de sus destinos. Es deseable que los judíos nos abstengamos de tener concubinas de nuestra religión, sino que para esto deben ser escogidas vírgenes gentiles.

Reemplazar el sacramento del matrimonio en una iglesia por un simple contrato ante una autoridad civil, podría ser un asunto de gran importancia, así las gentiles se reunirán con nosotros. Si el oro es el principal poder en este mundo, el segundo indudablemente es la prensa, pero ¿puede existir el segundo sin el primero? Nuestra gente debe dirigir los periódicos de cada país. La posesión del oro, y el ingenio para usarlo en llenar las manos de los bribones, nos hará árbitros de la opinión pública y nos dará el dominio sobre las masas. Avanzando de este modo, paso a paso por este camino, y con nuestra gran virtud que es la perseverancia, destruiremos a los gentiles y aniquilaremos su influencia. Dictaremos al mundo en qué es lo que han de tener fe, aquello que debe ser honorable y lo que debe ser maldito; quizá algunos individuos se volverán contra nosotros, nos condenarán y nos maldecirán, pero las masas dóciles e ignorantes nos escucharán y se pondrán de nuestro lado.

Una vez que seamos dueños absolutos de la prensa, seremos capaces de alterar según nuestro gusto todas las ideas sobre el honor, la virtud, la rectitud de carácter, y así atacar y golpear a esa institución, hasta ahora sagrada llamada vida familiar, y de este modo, acarrear su destrucción. Podremos patear la creencia y la fe en todo lo que hasta ahora han venerados nuestros enemigos; entonces forjarnos un arma como pueda ser el cultivo de las pasiones, declarando guerra abierta a todo lo que todavía es respetado y venerado. Vamos a anotar y sobreentender todos los precedentes, y dejar que cada hijo de Judá absorba tales principios. Entonces nuestro poder crecerá como un árbol gigante cuyas ramas poseerán esas frutas que son la riqueza, placeres, poder y felicidad como compensación a esa odiosa situación en la que ha estado el pueblo de Judá durante largos siglos.

Cuando alguien de nuestra gente dé un paso adelante, otro debe seguirlo de cerca. Si un judío es aclamado ante las cortes del país que habita, su hermano judío debe apresurarse a asistirlo, pero sólo cuando el anterior haya actuado de acuerdo con las leyes que hemos observado durante tantos siglos. Nuestra gente es conservadora, creyente de las ceremonias religiosas y de las costumbres mantenidas por nuestros antepasados, pero nuestros intereses requieren que, al menos, pretendamos tener un celo en las cuestiones sociales que están a la orden del día, sobre todo aquellas que conciernen al progreso de la condición de los trabajadores, pero, en realidad, nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a tomar posesión de estos movimientos de la opinión pública (por ejemplo, la emancipación de la gente trabajadora, el movimiento del trabajo, etc.) y usarlo para manipular la política pública.

La ceguera de las masas, la facilidad con que son dominadas por la elocuencia, las habladurías de las esquinas, etc., les han hecho fácil presa y el utensilio domesticado de la trampa, del aplauso y de la charlatanería. Encontraremos entre nuestra gente aquellos capaces de falsear sentimientos y de disponer de tanta elocuencia como los sinceros gentiles tienen en su entusiasmo. Debemos, tanto como nos sea posible, apartar al proletariado y llevarlo bajo aquellos que tienen el manejo del dinero. Pero eso quiere decir que haremos resurgir a las masas cuando lo queramos. Los llevaremos a las insurrecciones y revoluciones, y cada una de estas catástrofes serán un gran paso para nuestros intereses secretos, nos llevarán rápidamente muy cerca de nuestra gran meta, o sea, el reinar sobre el mundo entero, como le fue prometido a nuestro Padre Abraham.»

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