Descripción
“MEIN KAMPF” es la obra que mayormente ha conmovido al mundo en lo que va de siglo. De ella se han impreso millones de ejemplares y se ha vertido a todos los idiomas de los pueblos civilizados. Su autor, conductor y jefe de la gran Alemania es una de las más grandes personalidades de todos los tiempos.
Es interesante conocer la exposición que de tal libro hace BENOIST-MECHIN, profundo conocedor de la obra del III Reich y autor de obras tan fundamentales como la Historia de Alemania y de su Ejército.
El Autor francés que publicó la obra en plena euforia populista – ha entresacado los pasajes más interesantes y actuales del Mein Kampf y les ha dado una sistematización que los hace más asequibles al lector, sin quitarles nada de su auténtico significado.
INTRODUCCIÓN
- – Un hombre de treinta años de aspecto modesto, cubierto con un impermeable y acompañado de un espléndido perro, lobo, sube por el Obersalzberg, en los Alpes bávaros, y pide alojamiento en el albergue de Berchtesgaden.
– Desearía un rincón tranquilo -solicita – donde pueda trabajar sin ser importunado.
Luego, pidiendo tinta y papel, se encierra en la habitación que le ha sido destinada. Durante días enteros permanece en ella, haciéndose subir la comida, siempre muy frugal; sólo al amanecer podía vérsele pasear por el monte acompañado de su fiel perro.
Los insólitos paseos del desconocido acabaron por intrigar a los demás habitantes del hotel. ¿Quién será ese hombre taciturno y reservado que parece no escuchar a quien le habla? ¿Sería acaso algún terrorista que planeaba un nuevo atentado? Muchos revolucionarios acababan de abandonar Munich, a raíz del hundimiento de los Soviets bávaros, ocultándose en insospechados lugares al huir de la policía. ¿No sería prudente prevenir a las autoridades? El propietario del albergue tranquiliza a sus huéspedes. Conoce bien a su cliente. Es un cabo, desmovilizado del 16 Regimiento de Infantería de Reserva bávara. Aunque combatió junto a las unidades alemanas, durante la guerra, es de nacionalidad austríaca. Se hacía llamar doctor Weber, pero su verdadero nombre era Adolfo Hitler. Más se parecía a un soñador, a un visionario, que a un hombre, de acción. Su importante trabajo era un simple libelo político, en el que exponía sus opiniones acerca del porvenir del Reich. En resumen: nada sensacional, ya que en aquella época aparecían diariamente docenas de libelos de esta clase.
Durante este, tiempo, Adolfo, Hitler, encerrado en su habitación, llena hojas y más hojas con su letra rápida y breve Sus cuartillas son los primeros esbozos del Mein Kampf.
La creciente gravedad de los acontecimientos exige su inmediata presencia en Munich. Interrumpe su manuscrito y regresa a la capital bávara para adherirse al Partido Obrero Alemán. Ocupa todo su tiempo en la organización del Partido y en las reuniones públicas.
Pronto se convierte Hitler en jefe del movimiento nacionalsocialista y empieza a desempeñar un papel de primer orden en la política interior bávara. Entretanto, el manuscrito duerme en una carpeta; su autor, obligado a actuar incesantemente en el torbellino político, no puede proseguir, de momento, su obra. Sólo después de fallar el golpe de Estado del 9 de noviembre de 1923 puede Hitler, al ser detenido por la policía bávara, juzgado por los tribunales y encarcelado en la fortaleza de Landsberg-sur-la-Lech, continuar la redacción de su interrumpida obra.
Durante más de quince meses trabaja sin descanso en la miserable celda, ayudado por un joven militante del Partido llamado Rudolf Hess, que le sirve de secretario. La señora Bechstein, emparentada con el célebre constructor de pianos, les visita diariamente. Bajo los pliegues de su vestido esconde, cada vez, algunas hojas del misterioso manuscrito, para entregárselas a la imprenta del Partido. El primer volumen aparece en 1925. El segundo le sigue con dos años de intervalo.
Al principio pasa la obra casi desapercibida. Sólo un pequeño núcleo, de iniciados habla de ella con entusiasmo. «¡Será el evangelio de la nueva Alemania!», proclaman, con profunda convicción. «¡El libro profético del que nacerá un nuevo Reich!» Otros añaden, con aire amenazador: «¡Esta obra contiene toneladas de dinamita. Con ella haremos saltar la República de Weimar!»
Poco a poco el libro llama la atención de los críticos y desencadena un movimiento de cólera y de reprobación. Toda la prensa se produce con un tono de condena general. «¡El autor es un loco, un megalómano, un histérico!» se grita por todas partes.» Este libro es un monumento de estupidez y salvajismo! Sus ideas -si es que pueden calificarse así los vaticinios confusos, que contienen estas páginas – demuestran un espíritu primitivo, inculto y desequilibrado. ¡Dios quiera que Alemania no haya de verse nunca gobernada por ese hombre! ¡Merece ser recluido en un manicomio!
.Sin embargo, otras apreciaciones se mezclan en este torrente de indignación. Desde Bayreuth, el célebre escritor inglés Houston Stewart Chamberlain, escribe a Hitler :
«Existe una violencia que comienza y acaba en el caos; pero también hay una violencia que crea nuevos universos. Estoy convencido de que la Historia os cederá un puesto entre los constructores. Alemania os ha hecho surgir en el momento de su desastre. ¿Qué otra prueba se necesita de su vitalidad? Diríase que vuestros ojos están dotados de manos: empujan a los hombres y nunca les abandonan…».
Primero lentamente, luego con más rapidez, el libro de Hitler se difunde como una mancha de aceite y tiene una aceptación sorprendente. En 1933, cuando el Nacionalsocialismo alcanza el Poder, se habían vendido ya más de 800.000 ejemplares. En 1934, 1.500.000 Actualmente, las ediciones sobrepasan los 4 millones y continúan aumentando de día en día. Este libro, que contiene, según dicen, «algunas de las páginas más encendidas que jamás se han escrito», es el éxito de librería más formidable, que el mundo, ha conocido.
En breves años el Mein Kampf se ha convertido en la Biblia del III Reich, en el Corán de un imperio de más de 80 millones de habitantes. Los chiquillos lo aprenden en los colegios; los recién casados lo reciben de manos de las autoridades y lo conservan entre sus documentos familiares. Su fama rebasa pronto las fronteras del Reich. Cuando el canciller Schuschnigg llega a Salzburgo para anunciar al pueblo austríaco que el Anschluss no se llevaría a cabo, un campesino, destacándose entre la multitud, exclama: «¿Por qué perdéis el tiempo contándonos eso, si ya está escrito en el Mein Kampf que, Austria y Alemania deben formar un solo Estado?»
Después de atravesar las fronteras alemanas, el Mein Kampf se extiende por todo el continente. Se han traducido varios pasajes al árabe, para entregarlo a los dirigentes musulmanes; al japonés, para que lo lean los oficiales del Mikado; al inglés, al italiano, al polaco, al húngaro. Los mineros alemanes de África del Sur proyectan imprimir un ejemplar sobre placas de oro, para ofrecérselo a Hitler. En los pueblos más lejanos de ambas Américas en el Middle-West, en la Pampa, en los altos valles de los Andes, los alemanes se reúnen para leerlo en comunidad.
Los derechos de autor permiten al Führer subvenir a todas sus necesidades. Siendo jefe de un gran Estado moderno ha renunciado a su tratamiento de ministro y de canciller: Hitler no recibe ni un marco del Estado alemán y vive exclusivamente, de las ganancias que le produce, su libro: 18 millones de francos en 1936; 24 millones en 1937, 30 millones en 1938, si debemos dar crédito a ciertos comentarios de la prensa británica. Con esos derechos de autor, Hitler hizo construir, en el Obersalzberg, en el mismo lugar en que comenzó a escribir sus primeras cuartillas, su confortable vivienda donde tantos ministros extranjeros le han ido a visitar, y que ha servido de escenario a las entrevistas más dramáticas de esta época.
¿Por qué este libro ha tenido un éxito tal? ¿Solamente por su contenido? Es posible que no, y es Hitler el primero en reconocerlo:
«Convénzanse de una vez los hombres de letras: La pluma, no ha engendrado, nunca, las grandes revoluciones. Su papel se reduce a ofrecerles una justificación teórica. La energía, que desencadena las grandes avalanchas políticas y religiosas es desde la eternidad el mágico poder del Verbo.»
Y más adelante añade:
«Sólo una violenta tempestad pasional puede modificar el destino de los pueblos; pero sólo pueden despertar esta pasión los que la llevan dentro. Solamente ella puede inspirar al elegido las palabras que, como golpes de hacha, derriban las puertas que conducen al corazón del pueblo. Quien no sienta la pasión capaz de inspirar palabras convincentes, no ha sido escogido por el cielo para proclamar su voluntad. »
Convencido de que su texto escrito tiene limitados alcances, Hitler no se contenta con escribir el Mein Kampf. Apoya constantemente sus teorías en la acción personal, desarrollando y amplificando sus temas en miles de discursos. Monta a su alrededor, a fin de propagar dichos principios, el magnífico aparato del Partido, con sus miles, sus centenares de miles y, por fin, sus millones de adheridos, sus formaciones de combate y sus órganos de propaganda. Los estandartes con la cruz gamada de las milicias negras, y pardas han arrastrado consigo este libro en su marcha ascendente hacia el Poder.
Este libro interesantísimo nos ha hecho comprender a fondo al moderno Estado alemán Desgraciadamente, no ha podido llegar a nuestras manos una traducción íntegra del texto (1). Varias ediciones clandestinas han sido suprimidas y castigadas. Otras, confusas y tendenciosas, no son convenientes ni iluminan el espíritu.
(1). El autor se refiere naturalmente a Francia.
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