El Holocausto bajo la lupa

$190.00

Author: Jurgen Graf
Categoría: Etiqueta: Product ID: 2881

Descripción

El Holocausto bajo la lupa es un libro del suizo Jürgen Graf que consiste en una recopilación de los argumentos revisionistas al estado de 1992. El autor llena un vacío, dado que los numerosos libros revisionistas tratan casi exclusivamente aspectos individuales del Holocausto, faltando hasta el momento una exposición integral del tema.

Testimonios oculares versus leyes de la naturaleza

Los revisionistas cuestionan las siguientes y habitualmente creídas afirmaciones:

Que hubo un plan para el exterminio de los judíos.

Que existieron «campos de exterminio» con cámaras de gas.

Que murieron 5 a 6 millones de judíos durante el régimen de Hitler.

La meta de los revisionistas no es disimular hechos de violencia realmente ocurridos, sino llegar a la verdad histórica. Por lo tanto, se definen por la «verdad histórica» y contra la «verdad política»

Introducción a la edición en castellano

En el mundo de habla hispana también hay una nueva generación que está convencida de que la libertad de pensar y de expresar su opinión es uno de los pilares de la democracia. Este pilar corre peligro si se comienza a perseguir a ciudadanos cuya opinión respecto de sucesos históricos no concuerda con la «historia oficial».

Los argumentos que presenta Jürgen Graf en este libro pueden ser valederos. Los que creen en la democracia deberían poder presenciar un debate entre los que él llama exterministas y revisionistas. Al no poder hacerlo, la supresión de todo tipo de cuestionamiento acerca del holocausto, sea por leyes «ad hoc», sea por la fuerza física, son de por sí fuertes argumentos en favor de los revisionistas.

Dice la leyenda que el prócer argentino Domingo Faustino Sarmiento, al cruzar la Cordillera de los Andes para exiliarse en Chile, escribió en una roca: «Bárbaros, las ideas no se matan.»

Que así sea.

Prefacio

De todos los supuestos crímenes nacionalsocialistas, el genocidio de los judíos, el Holocausto, es el que produjo el mayor impacto en la conciencia de la humanidad. Para la generación actual resulta incomprensible que, a la sazón, el mundo entero haya guardado silencio aun al percibir lo que pasaba y se hiciera así cómplice del crimen.

La dimensión real de estas supuestas atrocidades sólo quedó revelada a través de los juicios por crímenes de guerra.

Los testimonios de los supuestos testigos y las confesiones de los perpetradores pusieron en descubierto un escenario del horror que ha sacudido a la humanidad. Los hechos comprobados por las indagaciones judiciales y el examen de pruebas eran tan elocuentes que los tribunales alemanes rechazan hoy día categóricamente toda proposición de prueba por la no existencia de cámaras de gas, dada la «notoriedad del estado de cosas».

El Holocausto marcó moral y políticamente la época de posguerra; se lo incluye en todos los textos escolares como un hecho inamovible. Millones de personas peregrinan hacia los lugares conmemorativos (Auschwitz, Dachau, etc.), para manifestar su consternación.

Sin embargo, una y otra vez surgen voces que expresan dudas acerca de la presentación oficial de la historia y cuestionan la confiabilidad de las fuentes utilizadas.

¿Podría ser que haya habido cosas que pasaron inadvertidas en cuanto al Holocausto? ¿Sería posible que aquéllos que hasta ahora se habían ocupado de esta temática, se hayan dejado influir por la aparente «notoriedad del estado de cosas», hasta tal punto que desistieron de verificar algo que ya había quedado fijado en los libros de historia en forma terminante y obligatoria por siempre jamás?

En resumidas cuentas, ¿es aún posible tener dudas? ¿Serían acaso una afrenta al sentido común de la gente?

Sobre la base de las «innumerables pruebas», debería de ser fácil refutar los argumentos de los que dudan.

¿Por qué se teme, como el diablo al agua bendita, un debate público sobre el Holocausto con los revisionistas?

Ciertos Estados promulgaron leyes especiales para restringir la libre expresión tan sólo con respecto al Holocausto. ¿Debería, acaso, la mordaza reemplazar la falta de argumentos? ¿Quién podría estar interesado en convertir en tabú el Holocausto —como único hecho histórico— y sustraerlo a una crítica investigación histórica?

Acaso, ¿no notamos que existen episodios históricos que son apreciados sólo después de décadas, a veces sólo después de siglos, con la indispensable distancia emocional y con la adecuada escrupulosidad científica? Ejemplos no faltan. Tan sólo en las últimas décadas, la parte romántica de la fundación de la Confederación Helvética, que nos narraba el ataque a las fortalezas feudales y la expulsión de los tiranos, se remitió al reino de las leyendas. Hoy sabemos que la hasta entonces válida exposición tenía el propósito de crear un mito nacional por medio de una «indoctrinación político-nacional».

Gracias a un minucioso estudio de las fuentes, también se ha logrado ver la historia reciente desde un nuevo enfoque.

Generales como Guisan y Wille, consejales federales como Pilez-Golaz se vuelven a analizar. La investigación histórica obliga a un continuo análisis (revisión) del concepto de la historia. Por el asesinato en masa de 4000 oficiales polacos en Katyn (1940) habían sido culpados los nacionalsocialistas; hoy está comprobado que Stalin fue quien lo ordenó.

No hay tema en la historia que no pueda discutirse abiertamente …¡excepto el Holocausto!

¿Qué hubiera sido si se hubiese prohibido, so severa pena, toda investigación ulterior y discusión pública referente a todas las personas y acontecimientos históricos anteriormente mencionados? ¿Cuán serios pueden ser los tratados de historia si «trabajos historiográficos» negligentes o tendenciosos de la primera hora son adoptados en forma irreflexiva por generaciones de historiadores posteriores, copiándose y citándose simplemente lo ya publicado? ¿Qué puede esperarse de historiadores que por «razones de pedagogía social» pretenden escatimar al público nuevos conocimientos, porque la versión conocida hasta la fecha, que no responde a la verdad, sustenta mejor la tambaleante estructura del edificio ideológico? ¿Modelamiento de la historia para mantener una determinada visión política del mundo?

El autor de este libro no es un historiador académico; sólo ha recopilado material existente de las fuentes —especialmente los testimonios de testigos oculares—, llegando de esta manera a resultados unívocos.

Los testimonios absurdos de los testigos se contradicen con las leyes de la naturaleza y la lógica humana. Si se da crédito a las exposiciones de los testigos oculares, en el Holocausto se trataría de un MILAGRO, pues las leyes de la física, la química y de la técnica quedarían anuladas.

¿Se pretenderá ahora convertir este «milagro» en dogma, sustrayéndolo a toda critica?

En el anteproyecto a la «ley antirracismo», que el Consejo Federal suizo presentó al Parlamento, ¡se penaliza toda crítica referente a la veracidad del Holocausto con multa o prisión!

¿Se quiere censurar nuestros pensamientos y perseguir a disidentes por su «opinión equivocada»? ¿Queremos establecer una inquisición para la caza de herejes, imitando a los fundamentalistas islámicos que han fijado una recompensa por la cabeza de Salman Rushdie? ¡Orwell los saluda!

Lea críticamente este libro bien documentado para que pueda formarse una opinión propia.

Información adicional

Peso 220 g
Autor

Jurgen Graf

Paginas

152

Pasta

Blanda

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