Descripción
En su obra «Las SS. Tropas escogidas de Hitler durante la guerra, 1939-1945», el historiador norteamericano George H. Stein escribía: «De las 38 Divisiones SS existentes en 1945, ninguna de ellas estaba formada exclusivamente por alemanes y al menos 19 de ellas consistían principalmente en personal extranjero. Servían en las Waffen SS: holandeses, noruegos, daneses, finlandeses, suizos, suecos, flamencos, valones, franceses y algunos británicos, así como también letones, estonios, ucranianos, croatas, bosnios, italianos, albaneses, caucasianos, rusos, tártaros, turcos, azeríes, rumanos, búlgaros, húngaros y algunos indios (…) Es muy posible que las Waffen SS fueran el más amplio Ejército multinacional que jamás luchó bajo una sola bandera».
Sin embargo, no todas las nacionalidades presentes en las Waffen SS han recibido la misma atención por parte de los especialistas en Historia Militar. Un ejemplo elocuente de ello es el caso de los rumanos. Hasta la aparición de la obra de Richard Landwehr «Romanian Volunteers of the Waffen SS», en 1991, poco -casi nada- era lo que se sabía del contingente rumano de ese Ejército Paneuropeo que -hacia el final de la guerra- eran las Waffen SS.
Gracias a una antigua y estrecha colaboración, Caballero facilitó a Landwehr buena parte de la documentación y la mayor parte del material gráfico que aparecían en su libro. A este respecto resulta significativo el hecho de que ni en las más exhaustivas obras gráficas dedicadas a las Waffen SS hubiera aparecido -hasta la edición del libro de Landwehr- ninguna foto que mostrara al contingente rumano de las Waffen SS.
Inicialmente fue nuestro propósito editar este libro como una simple traducción de la obra de Landwehr. Sin embargo, finalmente hemos decidido ampliar notablemente su contenido y por tanto Landwehr y Caballero aparecen como coautores, ya que el libro resultante es substancialmente distinto a la obra original de Landwehr.
Finalmente añadir que, tal y como hizo Richard Landwehr en su obra en inglés, hemos considerado oportuno el estudiar también aquí la historia del contingente búlgaro que sirvió en las Waffen SS, cuya historia es menos conocida aun que la de los rumanos, pero con la cual guarda un extraordinario paralelismo.
PRÓLOGO DE LOS AUTORES
Aunque todavía sigue siendo desconocido, el contingente rumano del Ejército internacional europeo conocido como Waffen SS, fue único en muchos aspectos. Representó la última y simbólica formación militar de Rumania en la lucha contra el comunismo stalinista en el frente del Este, hasta 1945. Esta lucha la había iniciado Rumania, a la vez que Alemania, el 22 de junio de 1941 y es oportuno señalar que el Ejército rumano era el segundo en importancia entre los que operaban contra la Unión Soviética. Los voluntarios rumanos del período comprendido entre agosto de 1944 y mayo de 1945 continuaron el ejemplo de los cientos de miles de compatriotas que habían caído en la lucha contra los soviéticos, tanto en combate como en los «campos de la muerte» reservados para los soldados del Eje capturados.
Cuando el Gobierno de Rumania fue derrocado el 23 de agosto de 1944 por el Rey Mihail y sus corruptos asesores, los soviéticos fueron inmediatamente invitados a entrar en el país. Realizaron una sangrienta purga en el Ejército rumano (arrestando a miles de militares) y situaron en su lugar a sus propios «Consejeros», «Oficiales de Enlace» y Comisarios Políticos para dirigir a las tropas restantes.
Tan pronto como se produjo el cambio de campo propiciado por el nuevo Gobierno rumano, todo el sector sur del frente del Este quedó colapsado en unos pocos días, atrapando a cientos de miles de soldados alemanes, casi la totalidad del Grupo de Ejércitos «Ucrania Sur». Este desastre abrió las puertas de los Balcanes a los soviéticos y ciertamente aceleró el final de la guerra en una considerable cantidad de tiempo. De hecho las fuerzas del Eje se vieron obligadas a abandonar Bulgaria, Grecia, Serbia y Albania, además de Rumania, como consecuencia de la traición cometida por el Rey Mihail. Lo que quizás no podían imaginar entonces ni el Rey Mihail ni el resto de aprendices de brujo que habían realizado el Golpe de Estado contra Antonescu era el destino que les esperaba, a ellos mismos y a Rumania.
Los rumanos se vieron atrapados en un dilema. El Mariscal Antonescu, el duro y competente (aunque políticamente de estrechas miras) líder rumano, fue hecho prisionero por los soviéticos. Fue enviado rápidamente a la tristemente célebre prisión de la Lubianka, en Moscú, donde fue torturado durante un año, antes de ser devuelto al régimen traidor de Rumania para ser ejecutado. Pero no iba a ser solo Antonescu la víctima. Toda Rumania sería, de hecho, esclavizada por las tropas de Stalin. Una feroz dictadura comunista iba a ser instalada muy pronto en el país, dictadura que Rumania habría de padecer hasta que el siniestro Ceaucescu fuera depuesto mediante un episodio que fue a medias una conspiración palaciega y a medias una revuelta popular en las Navidades de 1989. El patético Rey Mihail fue obligado a exiliarse y el mismo destino o la cárcel fue lo que recibieron como premio muchos de los que habían depuesto a Antonescu. Tuvieron muchos motivos para lamentarse, y durante largo tiempo.
Pero hemos ido demasiado lejos. Volvamos al otoño de 1944. A muchos rumanos, civiles y militares, les repugnaba el control que los comunistas (que además representaban al enemigo hereditario, Rusia) tenían sobre su país y su Ejército. Pero se encontraban en una situación muy complicada Literalmente los rumanos se encontraron cogidos de pies y manos. Para los soldados era una situación difícil: si no se unían a sus nuevos amos soviéticos, sus familias y parientes podían estar en peligro.
Sin embargo, mientras fue posible, grupos de soldados rumanos escaparon hacia el lado alemán. Para los perseguidos activistas políticos de la Guardia de Hierro (o Legión de San Miguel Arcángel) que habían visto cómo sus jefes eran encarcelados por el III Reich, la situación era igualmente difícil: Antonescu les había perseguido y Alemania los había encarcelado. Pero sus profundas convicciones éticas les impedían mantenerse cruzados de brazos mientras su país era fagocitado por Stalin. Afortunadamente, los líderes de la Guardia de Hierro fueron inmediatamente excarcelados por los alemanes y se les permitió libertad de acción. Esto animó a sus seguidores en Rumania a continuar la lucha en la Patria y -cuando ello era posible- salir del país para proseguir la lucha militar en el frente.
Con soldados rumanos y activistas políticos, tanto los que ya se encontraban en Alemania como los que huyeron hacia ese país, se planeó formar una División entera, pero el Reichsführer SS y el Alto Mando SS fueron flexibles en la materia: dependería de las circunstancias que esto pudiera llegar a cumplirse.
El resultado final fue la creación de un gran y competente Regimiento de combate, junto con unidades de «comandos», personal de distintos «Grupos de Combate» y batallones de construcciones militares de campaña.
A pesar de que se trató de un típico caso de «demasiado poco, demasiado tarde», dada la terrible situación de Alemania y sus aliados en 1944-45, las tropas rumanas siguieron constituyendo un contingente potencialmente valioso para las Waffen SS.
La actitud y las actividades de esta valiente vanguardia quedaron plenamente justificadas cuando el mundo pudo finalmente contemplar cómo era de verdad el régimen comunista que torturaba a Rumania, con motivo de la dramática caída de Ceaucescu. La bárbara camarilla comunista que estrangulaba el país fue finalmente aplastada, pero no sin antes haber llevado el dolor y la miseria a millones de seres. Las tropas rumanas de las Waffen SS fueron parte de un gran intento para evitar que todo esto sucediera, luchando contra un gran peligro que amenazaba con extenderse por todo el mundo. ¡Sus esfuerzos y hechos son dignos de ser preservados y recordados!
Carlos Caballero – Richard Landwehr
PRÓLOGO DE HORIA SIMA
La obra del Richard Landwehr, publicada con el título «Romanian Volunteers of the Waffen SS, 1944-45», tiene un significado mucho más amplio del que sugiere su título. En realidad es un corto tratado de historia del Movimiento Legionario, desde sus lejanos orígenes hasta la capitulación de Alemania, en mayo de 1945, fecha en que cesa la lucha de estos voluntarios rumanos en distintos puntos del frente.
El lector de este libro conocerá no sólo la participación de la Legión rumana en los últimos combates de la heroica resistencia del pueblo alemán contra el invasor del Este, sino igualmente los antecedentes políticos y los orígenes ideológicos de los soldados que formaron la División rumana de Döllersheim (Austria).
A pesar de todas las injusticias que se nos hicieron por parte de la Alemania Nacional Socialista, durante los años 1941-1944 (cuando muchos de nosotros fuimos encarcelados en Campos de Concentración), cuando fuimos solicitados por las mismas autoridades alemanas que habían ordenado nuestro encarcelamiento para luchar contra el bolchevismo, que ya había invadido Rumania y se aprestaba a asestar el golpe final contra Europa, no dudamos ni un solo instante en participar con nuestras ultimas reservas de fuerzas en la terrible lucha que se libraba en el frente del Este. No hemos hecho otra cosa que obedecer la voz profética de nuestro Capitán, Corneliu Codreanu, quien había advertido -ya desde 1936- sobre las terribles consecuencia que tendría para nuestra existencia nacional una alianza con Moscú, preconizada entonces por algunas autoridades rumanas. También seguíamos el ejemplo de los mártires legionarios Mota y Marín, quienes abandonaron su Patria para luchar en la lejana España, contra el mismo enemigo que nos acechaba a nosotros desde el Este.
El pueblo rumano pagó con otros centenares de miles de muertos y con 40 años de cautiverio comunista el imperdonable error cometido por la clase política rumana el 23 de agosto, al favorecer sin ninguna garantía el hundimiento del frente rumano-germano de Moldavia. La historia ha venido a demostrar que nosotros, los que formamos el Gobierno Nacional Rumano en el exilio en Viena, éramos quienes teníamos razón. Que tenían razón los hombres de nuestro Ejército Nacional Rumano y no aquellos que lanzaron a nuestro país a los brazos de los bolcheviques, algunos de los cuales ni siquiera salvaron su propia vida, ya que acabarían pereciendo el las cárceles comunistas.
Nuestra lucha, al lado de Alemania, en el período incluido entre agosto de 1944 y mayo de 1945, aparece como desesperada y sin perspectiva alguna de éxito, puesto que el III Reich se encontraba al límite de sus fuerzas. Sin embargo, hemos obtenido algo que no se ha perdido participando en este último enfrentamiento. En el plano espiritual, y en aquel de los imponderables históricos, la reacción de la Guardia de Hierro contra la capitulación ha creado en nuestro pueblo un estado de ánimo que no se ha extinguido ni en la actualidad. La lucha contra las hordas bolcheviques no terminó con la desaparición del Gobierno de Viena y de su Ejército Nacional Rumano, sino que continuó en el interior del país, en diferentes lugares, sobre las alturas montañosas, bajo otras iniciativas y empresas. En Rumania se formó un poderoso movimiento de resistencia contra los bárbaros que han acaparado el poder del Estado y los núcleos iniciales de este movimiento fueron constituidos por voluntarios del Ejército Nacional Rumano que habían sido lanzados en paracaídas en nuestro país.
Richard Landwehr es un autor bien informado sobre los acontecimientos prebélicos de Rumania e igualmente un documentado conocedor del éxodo legionario en Alemania. No se ha contentado con una presentación somera y superficial de las relaciones del Movimiento Legionario rumano con el Reich alemán, sino que ha profundizado en el tema, para llegar a una explicación clara de la difícil colaboración con Alemania en el período de la guerra. Desde este punto de vista se distingue de otros autores, inclusive alemanes, quienes han ofrecido a la posterioridad versiones erróneas e incluso tendenciosas sobre la línea de orientación política del Movimiento Legionario durante la II Guerra Mundial.
Una sola corrección tenemos que hacer al libro de Richard Landwher y esta se refiere a su título. Los voluntarios rumanos no deben ser considerados como miembros de las Waffen SS, como afirma el autor, sino como miembros del Ejercito Nacional Rumano, constituido bajo los auspicios del Gobierno de Viena. Es verdad que los soldados del Ejército Nacional Rumano han prestado juramento de fidelidad a Hitler como Comandante Supremo en la lucha contra el bolchevismo, pero en la fórmula de juramento figuraba también el Jefe del Gobierno Nacional Rumano. Es verdad que la División rumana que se encontraba en Döllersheim ha sido dotada con uniformes y armas por las Waffen SS e incluso que los cuadros de mando superiores eran alemanes que pertenecían a esta organización alemana, pero desde el nivel de Batallón para abajo las unidades eran mandadas por oficiales rumanos. Nuestra División ostentaba un uniforme militar alemán, pero sin perder su carácter de Ejército Nacional y estaba bajo las ordenes del General Chirnoaga, Ministro de Defensa. Su situación es semejante a la de la División Azul española, que pese a usar uniformes alemanes jamás perdió su carácter de unidad del Ejército español y se hallaba bajo la autoridad suprema del Gobierno de Madrid, aunque en su empleo en campaña dependiera de mandos superiores alemanes.
Horia Sima.
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